Señoras, señores... !Y tú qué dices, corazón!

Tengo tan seco el corazón como la ropa de invierno en un dia de verano. Como le explico ahora a las arterias que solo hay polvo entre sus funciones. Renuncio a todo oasis por encontrar agua y a cerrar el grifo para no desperdiciarla. Mis pupilas derretidas se diluyen rio abajo, y ya renuncié a ilusiones no correspondidas. La verdad es que soy así, a veces gano, a veces pierdo, a veces todo da igual, otras tantas me importa todo. Tengo esas cosas que te alegran, como otras que atormentan, pero nunca te falto, a lo mismo que siempre podré vaciar lo que puedo llenar en ciertos momentos. Tramo espacios, imagino situaciones, disoluto las ilusiones, y no veo esas cosas tan visibles que dices que están tan fáciles, y como no, me las hago mas difíciles. Si quieres y puedes, podriamos abrazarnos, bailar juntos. Al menos esta vez.

Señoras, señores... ¡Mientras el mundo gira!

Me da vértigo el punto muerto y la marcha atrás, vivir en los atascos, los frenos automáticos y el olor a gasoil. Me angustia el cruce de miradas, la doble dirección de las palabras, y el obsceno guiñar de los semáforos. Me da pena la vida, los cambios de sentido, las señales de stop y los pasos perdidos. Me agobian las medianas, las frases que están hechas, los que nunca saludan y los malos profetas. Me fatigan los dioses bajados del Olimpo a conquistar la Tierra y los necios de espíritu. Me entristecen quienes me venden clines en los pasos de cebra, los que enferman de cáncer y los que sólo son simples marionetas. Me aplasta la hermosura de los cuerpos perfectos, las sirenas que ululan en las noches de fiesta, los códigos de barras, el baile de etiquetas. Me arruinan las prisas y las faltas de estilo, el paso obligatorio, las tardes de domingo y hasta la línea recta. Me enervan los que no tienen dudas y aquellos que se aferran a sus ideales sobre los de cualquiera. Me cansa tanto tráfico y tanto sinsentido.
Parado frente al mar mientras que el mundo gira.

Señoras, señores... !Simplemente ella!

No me gusta darle la razón a los arcaicos, pero tu eres ese acto de fe que esperaba, porque a pesar de todo el tiempo que ha pasado, sigo sintiendo los mismos síntomas de nerviosismo y felicidad que el primer día que compartimos nuestra primera conversación en el mundo de los sueños. Es esa luz que entra en esta prisión mental, y como si del sol bajase a este mundo caótico está entrando a la fuerza. Esa esperanza que emana está matando estas sombras, a la par que quemando mis ojos, y aunque debería de seguir poco a poco, solo el deseo de fijarme hace que saque mas fuerzas. Es dulce, cafeinada y trae color a la vida. En Madrid le encanta ponerse encima de las rendijas de aire ascendente para imitar a Marilin Monroe. Y como buen aroma a café, no me deja dormir mas allá de mis horas de sueño, pues siempre me despierta sin motivo alguno cuando intento entrar en un ápice de siesta. Ella es divina, pues canta como los ángeles y solo le faltan alas para ser un milagro, pero a ella no le hacen falta, pues si alguna vez tuviese unas, las daría para hacer volar nuestra imaginación y nuestros sueños, como más de una vez lo ha hecho conmigo.
Por esto y todo lo demás, siento una gran devoción por esta grandiosa mujer, pues sus milagros hacen de la vida algo más del blanco y negro a lo que nos tienen acostumbrados.

Señoras, señores... ¡Subidos en mi azotea!

Las noches movidas reviven tu infancia, tirándonos desde rampas, donde los skaters practican sus piruetas. Donde saltamos cogidos de la mano, cantando, mientras nuestros amigos nos miran extrañados, comentando que estamos mal de la azotea. Aquella azotea donde un día nos vamos a poner a chillar, y cuando nos pongamos a chillar, a ver quien tiene cojones a parar nuestros gritos. Una vez que nos desahoguemos, ya no habrá rencor, indiferencia, autocompasión, desilusión, catástrofes y un sin fin de cosas a las que tenemos pavor porque llegarás a comprender que tú y yo somos uno.

Señoras, señores... !Jodido tiempo!

Cuando doy saltos, es normal que caiga de espaldas, aunque más lógico aún es caer de pie. La cosa cambia cuando la piscina está vacía. Es entonces cuando me materializo en pura agua, mi cuerpo entero se hace espuma. Cuando llega el frío invierno, mis orillas se congelan y recuerdo lo que eran mis ojos, mar de otoño al ver esa figura invernal, clavada en mi mirada. Es ello que cada vez que diviso esa sombra mis ojos se hacen agua, y los dedos se me congelan. Cuando esa sombra me toca, me derrito al puro son del contacto, y dejo de ser humano, para hacer que todo se deje llevar en su debida corriente.

Señoras, señores... !Comenzamos!

Dicen que lo más molesto e incómodo es empezar. Y aunque las dos cosas son lo mismo, para tí y para mí son dos sinónimos diferentes. Nuestro exterior, nuestro interior, tambien son un par de factores variables. Mis deseos, los tuyos, conflujo de ideas, distintas palabras, diferencias entre barreras y principios, que nos hicieron recaer en el bache de los términos. No se tú, pero empieza a ahogarme tanto humo cuando no queda ni una sola llama, o calor, según tú quieras llamarle..